En un afán sumamente calvinista me atrevo a pensar, saltando todo parámetro permitido por mi, que en el fondo la predestinación no es una idea tan equivoca.
¿Por qué no podría serlo? Quizás esos casos de personas que consiguen todo lo que quieren en esta vida, no es más que una coincidencia de deseos. Así como en economías de antaño se usaba el trueque. Quieren lo que mágicamente les toca!
Habemus otros que no tenemos tan buena puntería al momento de buscar lo que queremos.
Por ejemplo, soy economista, pero juego a ser mala escritora para lograr ser feliz por algún momento del día. Las curvas de indiferencia para mi forman letras y prefiero escribir uno más uno que solamente abreviarlo con un 1+1.
Pero, me tocaba a mi ser literato? Quizás no, quizás fui heredera de una conducta involuntariamente caprichosa que me dice que debo seguir gastando papeles en intentar construir algo que no me llevará a ningún lugar.
Sin embargo, no es malo pensar en una vida distinta, en un pasar distinto, en lazos inexistentes y despegarse del camino que ya está trazado.
En fin...
Ahora me complica la idea de la predestinación. Y frente a eso no me queda más que confiar en que el tipo que escribió mi historia haya tenido imaginación y una buena dosis de sentido comun. Mientras, busco las zapatillas porque parece que ahora estoy pisando piedras.
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