"el deseo despierta el ansia de poseer y ésto despierta el instinto asesino"
KIM Ki-Duk

sábado, diciembre 10, 2011

(A petición del autor escuchar http://www.youtube.com/watch?v=fIY4jNHJFVE&ob=av2n )

A la gente le gusta pensar que todos son guionistas de su propia vida. Sin embargo, hay dos insumos fundamentales para poder escribir la historia: papel y lápiz.

Probablemente piensen que las hojas son lo más importante, o al menos eso si lo tienen en cuenta. Las hojas no son ilimitadas, siempre hay una página final donde todos pretenden terminar con un final de hadas, una conclusión de una maravillosa obra o quién sabe que diablos más.

Pero hay libros que quedan inconclusos, las hojas finales estaban dañadas, se dio vuelta un café y las manchó e hizo imposible que fuesen plasmadas por las letras y frases que formaban en su cabeza. Por ejemplo, el libro de mi primo quedó inconcluso justo en la parte donde aprendía que la vida correcta que llevaba no lo hacía feliz y estaba aprendiendo que había gente que lo podía querer más allá de muchas cosas. Pero sólo alcanzo a escribir 38 páginas. La página 39 se iniciaba hoy, pero el feliz cumpleaños se lo dio un sacerdote en un parque que ahora lo tiene bajo un verde pasto.

Pero, ¿Qué pasa con el lápiz?

Si bien el número de hojas está más menos presente (al menos todos saben que no son ilimitadas) la tinta del lápiz también se puede acabar.

Las personas intensas escribimos con mayor presión, más cargado... A veces escribimos muchas cosas en la misma hoja. Por eso no culpo a los que alguna vez las páginas les sobran y aplican aquella palabra de 3 letras en medio de lo que para todos aun no tiene porqué terminar.
Creo que yo soy del grupo de las intensas que escriben por capítulos.

Ahora, sin embargo, pasa que por primera vez se me acabó la tinta del lápiz... escribí todo lo que pude dado lo que tenía a mano. Plasmé en mis hojas viajes, escritos dentro del propio escrito y hasta dibujos imaginarios llenos de color aun teniendo una visión monocromática.

Quizás ese fue justamente el problema. Como persona monocromática, no tengo el don de saber combinar. ¡Vaya a saber uno!

Y dentro de todas estas líneas sin sentido... La canción del inicio habla mucho.
No tengo vocación de guionista pero si de editora, más no hay qué editar sin tinta y con hojas en blanco.

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