"el deseo despierta el ansia de poseer y ésto despierta el instinto asesino"
KIM Ki-Duk

sábado, agosto 22, 2015

La historia se desarrolló más en la fantasía que en la realidad. 

Cada vez que cerraba los ojos recordaba aquella mirada sonriente que la hacía sonrojarse y tocarse el pelo de forma descarada. Bajo tal nivel de conexión, era difícil no continuar la historia e intentar contestar cada "¿Qué hubiera pasado si...?" que de forma esporádica aparecía en su cabeza.

En noches como esta, cuando el vino es su mejor compañía y la imaginación un tanto nostálgica de las sensaciones de aquel día, la incitan a recordar y responder.

En su mano izquierda toma la copa de vino, mientras que su mano derecha es poseída por el espíritu de lo indebido y comienza a acariciarla lentamente. Desabrocha los primeros botones de su blusa y, lejos de tener frío, se siente cómoda... Tal como si fuera él quién estuviera manejando la situación. Más que su mano, es la mano de aquel que desapareció sin más.

Comienza a acariciar sus pechos mientras ella siente su aroma. Él se ectoplasmiza y la posee espiritual y carnalmente. La noche se humedece. Ella se humedece. 
El sudor comienza emanar desde cada uno de los poros de su piel y su mano, dominada por el espíritu de aquel encuentro que nunca se realizó, comienza a descender de forma estrepitosa y ansiosa hasta su entrepierna.

Justo en ese momento, la poseída intenta cambiar los roles y toma el control de su cuerpo. También toma el control del recuerdo y lo somete intentando que nunca escape de ella.

Prende el recuerdo entre sus dedos y lo introduce en ella. Como si fuera un pez escurridizo, intenta escapar entre el manantial de deseo que emana de su vulva y vuelve a introducirlo. Así en reiteradas ocasiones. Comienza a jadear como queriendo que él la escuche, que atienda a su llamado lleno de deseo.

Sin embargo, el éxtasis termina. La pequeña muerte llegó impidiéndole adueñarse de forma permanente del placer de sentirlo en su interior. 

Exhausta sonríe de forma cómplice y le guiña un ojo a su cabeza.

No fue hoy. Quizá sera mañana o... Quién sabe.

Mas cada vez que la noche lo sugiera, ella intentará volver a acercarse a él, a su aroma, a su risa... A aquel encuentro que sólo fue en la fantasía.

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