Terminando el primer día del nuevo ciclo, me he autodiagnosticado "Mal de Diógenes emocional". Muchos dirán que es una pelotudez, pero en la práctica dista de serlo.
A diferencia del síndrome conocido, este no se presenta en personas de avanzada edad, ni tampoco tiene eso del abandono personal. Pero todos conocemos este mal por el comportamiento compulsivo de quienes lo poseen con respecto a la basura y los desperdicios en general.
El mal de Diógenes emocional, tiene esta misma conducta, más azarosa que compulsiva, de guardar las cosas que resultan ser deshechos para los demás, pero que para los que lo poseemos no lo son.
Tendemos a fijarnos en los pequeños detalles, probablemente esté basado en la exclusividad. Cosas que para los demás no parecen ser de importancia, para nosotros si lo son. Un saludo, un gesto, un signo una omisión, etc.
El gran problema es que, así como pasa en los hogares de esas personas que poseen el síndrome original, los espacios-en este caso emocionales- se van llenando de cosas insignificantes que a uno sí le importan. Se acumula y acumula la basura y PAF! Desastre más uno.
Resulta comprensible entonces, que en un lugar lleno de chatarra es imposible para vivir. Se vuelve insalubre, peligroso y además impide la movilidad de las cosas. Los orientales asocian los sentimientos al agua y el agua estancada, se pudre.
1 comentario:
No me quedo claro si solo las cosas malas son las que guardas. De ser asi recomiendo pastillas para guardar solo cosas buenas. :)
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